“esos pasos ¿lo buscan a él?
ese coche ¿para en su puerta?
esos hombres en la calle ¿acechan?
ruidos diversos hay en la noche
sobre esos ruidos se alza el día
nadie detiene al día
nadie detiene al sol
nadie detiene al gallo cantor”
Juan Gelman, Ruidos
Nací en febrero de 1979. Cuatro meses antes de que don Julio fuera escupido de los centros clandestinos de la infamia. Mientras yo permanecía en el vientre de mi madre, miles de personas en Argentina eran arrancadas de sus casas y hundidas en campos de concentración.
En “El vuelo”, de Horacio Verbitsky, Adolfo Scilingo, oficial de Marina durante aquella época del genocidio, cuenta cómo arrojaban a los prisioneros al mar. Les decían que los llevaban a otra provincia y que por eso los vacunaban antes de partir. Lo que les inyectaban era pentotal. Y luego los desnudaban, les abrían la compuerta del avión, y los empujaban al mar, vivos.
Yo nací en plena dictadura. Y tuve la suerte de hacerlo en el barrio de Parque Patricios, en la maternidad Sardá. Mi vieja recuerda que hasta allí la llevó un vecino en su destartalada camioneta. Otras personas, que ahora cuentan con más o menos mi edad, no vinieron al mundo en la misma situación. Nacieron en la oscuridad, y su primer y único contacto con su madre fue efímero. Las desaparecidas embarazadas se salvaban de la muerte al menos hasta el momento del parto. Luego se quedaban huérfanas de hijo. Sus torturadores se apropiaban de su vástago.
Yo aterricé en Argentina mientras a don Julio lo picaneaban y él no soltaba nombre. Pasaron 3 décadas. Y López volvió a tener la misma pesadilla. Ocurrió hace 3 años, el 18 de septiembre de 2006.
¿Cómo habría sido mi vida si mi madre no hubiese sido Juana?
¿Qué les habría ocurrido a las madres de mis amigas si
no hubiesen enterrado en el jardín los libros? ¿Por qué
siguen pensando en un fantasma que puede volver un día
arriba de un Falcon verde?
¿Por qué tuvo que parir Gelman versos que “mochilean” hijo nuera compañeros
con cuerpo no presente?
Rodolfo no se calló, nos enseñó a escrivi-vir.
López también escrivivió, amó y sembró ladrillos.
¿Matando quisieron mutilar la palabra? Ella es hija del pensamiento /
heredera de vos yo nosotros ellos.
¿Bajo qué nueva apariencia siguen con nosotros las almas que quisieron borrar?
Intuyo la respuesta. Cuando te veo cada día
levantarte y ponerte el traje de vos, mirarte en el espejo
y peinarte de vos. Cuando salís a la calle y te presentás como
vos, voz. Y te observo y sé que ahí están. Que viven también
en vos, que sos voz.
Gracias por tus palabras, mirada, y memoria, homenaje a quienes hicieron cuanto pudieron hasta en su muerte, en busca de la independencia de si y de la tierra que los parió.
ResponderEliminarTierra que hoy sigue padeciendo con su gente, la derrota bajo la bota de Monsanto Repsol Telefonica, etc...