cuando el sueño no es desarrollo te detesto. te veo tan débil/mente/perdida, tan estúpida al volver a morder el anzuelo. creés
en imágenes de plástico. creés en un hombre igual al resto de la humanidad. te volvés boba, una indigente del amor, ese mundo cadavérico donde si deseás tenés que mostrar indiferencia
y donde ante la pasión que explota en tu estómago tenés que callar.
te odio por tu inadecuación. no digas. no enseñes los ojos. no te contonees. no te rías. ¡mierda, no bailes tu excitación!
¡no la sacudas aquí que me va a explotar el estómago a mí también!
“¡concéntrate, este es ahora tu mundo!”, me dijo el maestro. tendría que haber cambiado esa parada por un beso infinito. pero fui
apropiada, guardé al gato en la mochila y me sentí triste más tarde por volver a jugar las reglas de ese que era entonces mi mundo que no consigo vivir.
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